Interpretator

Mar 15, 2023

Intérpretes vs “Interpretator”

Written by Cecilia Lipovsek

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En las últimas semanas, los sistemas automáticos de interpretación, o "interpretators" como me gusta llamarlos, han estado haciendo su gran debut mundial de la mano de los gigantes de la tecnología y los grandes proveedores de servicios lingüísticos. Continue Reading >

Los intérpretes somos unos de los profesionales más resilientes que conozco. Durante los últimos años, lo hemos demostrado hasta la saciedad y ahora estamos a punto de hacerlo una vez más.

Hace unos seis o siete años, las plataformas digitales de interpretación simultánea (SIDP, según sus siglas en inglés) como VoiceBoxer e Interactio irrumpieron en el mundo de la interpretación cuando organizaciones globales como Amnistía Internacional adoptaron modelos de localización neutral para las reuniones rutinarias y las sesiones de trabajo en equipo. Así empezó el gran debate sobre la validez y viabilidad de la interpretación remota.

Hasta que empezó la pandemia… pero ya sabemos cómo terminó esa historia.

Y ahora, los sitemas automáticos de interpretación o “interpretators” como me gusta llamarlos, han estado haciendo su gran debut mundial de la mano de los gigantes de la tecnología y de los grandes porveedores de servicios lingüísticos. Según ellos, las herramientas de inteligencia artificial son (o serán) capaces de traducir mensajes orales en tantos idiomas como sean necesarios a través de la generación de subtítulos y/o declaraciones verbales generadas automáticamente.

Por el otro lado, los intérpretes profesionales de carne y hueso, nos preocupamos por unos minutos antes de darnos cuenta de que su irrupción torpe en la escena mundial, como en la entrega de los premios Grammy, nos daba un respiro y la oportunidad para reacomodarnos.

Lo que nos trae a la pregunta del día en la comunidad profesional de intérpretes: suponiendo que la interpretación hecha por inteligencia artificial funcionase, ¿qué la diferenciarïa de la interpretación hecha por humanos?

Lo que a su vez trae a colación la gran y vieja pregunta del millón sobre el valor que los intérpretes realmente aportamos a cada situación.

En dos meses, voy a celebrar mis primeros veinte años como intérprete, durante dieciocho de los cuales sustuve que, siempre que se cumplan los requisitos básicos de calidad de interpretación/traducción, el secreto para una interpretación excelente está en el dominio que cada profesional tenga de las habilidades secundarias necesarias para cada interpretación.

Es a través de esas habilidades secundarias que le damos, y le seguiremos dando, un toque humano a la interpretación.

Es nuestra habilidad para detectar y decodificar adecuadamente los matices, para unir los puntos y comprender la relación entre contextos, situaciones y experiencias pasadas l o que nos diferencia.

Es nuestra capacidad para “leer la sala” y entender el lenguaje corporal, para encarnar la sensibilidad cultural, lo que nos permite ayudar a cuidar la reputación de nuestros clientes. Es nuestra capacidad innata para llenar los espacios en blanco y achichar las distancias con los oradores que interpetamos lo que nos permite honrar la verdadera intención comunicativa detrás de su mensaje.

Es nuestra flexibilidad y capacidad de improvisación lo que nos permite satisfacer las expectativas de nuestros clientes, los oradores y sus audiencias.

Cada vez que nos sentamos detrás de un micrófono, hacemos mucho más que “simplemente pasar” las cosas de un idioma a otro. Por sí mismos, los códigos lingüísticos apenas tocan la superficie de un mensaje y todo intérprete que piense que su trabajo consiste solamente en covertir códigos lingüísticos se está automenospreciando y comparando su actuar profesional a un microchip.

Sin embargo, parece que a pesar de nuestra impresionantes habilidades, los intérpretes del mundo ahora tenemos que aprender a hablar un idioma nuevo además de Globish: ChatGPT.

Solamente la semana pasada, cuatro colegas me dijeron que les tocó interpretar discursos y presentaciones escritos por intelegencia artificial y que algunos no tenían demasiado sentido.

Bien puede que esta sea una moda pasajera, pero de continuar, la saga tecnológica de la interpretación en el siglo XXI no va a resultar en los intérpretes humanos siendo reemplazados por interpretators, sino más bien forzados a interactuar y trabajar con ellos, a prestarles nuestras voces y nuestras mentes y, al permitirles beneficiarse de nuestro conocimiento experto y flexibilidad lingüística, darles vida como a Terminator o Pinocchio.


Nota originalmente publicada en la edición de febrero de 2023 del ITI London Regional Group Newsletter bajo A View From The Booth

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